Tecno
Wordle, el nuevo juego de moda que compró The New York Times
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¿Han jugado Wordle? Ya saben. El juego de moda en las redes sociales, donde se ha vuelto rutina compartir los resultados y mostrar lo listo que se es y cuánto inglés se sabe. Si aún no lo conocen, bien por ustedes, quiere decir que no son de aquellos que se dejan llevar por cuanta moda aparece.
Confieso que comencé a jugar Wordle esta semana, después de escuchar una entrevista a su creador Josh Wardle. Quería saber qué lo había llevado a crear este juego, que -en un gesto retro- solo se puede jugar en el navegador. No hay una aplicación, aunque en Apple Store y Google Play abundan las copias. A diferencia de sus imitadores, Wordle es además gratuito.
De hecho, todo alrededor del juego hace tanto sentido con la cultura de la Generación Z. Primero, es simple. Tres colores. Gris, cuando la letra es falsa. Amarillo, cuando la letra sí está contenida en la palabra clave, pero está en una posición errónea. Verde cuando es la letra en la posición correcta. Seis líneas/oportunidades, un teclado. Nada más.
No es adictivo ni competitivo. No hay que enfrentarse a nadie, más que a uno mismo. No hay límite de tiempo. Nada de relojes que estresen al jugador. No permite la adicción, porque no se puede jugar más de una vez por día.
Es, entonces, un juego “buena onda”. Más importante aún, es un juego que permite crear comunidad. El juego fue puesto en línea en octubre, pero no se hizo viral hasta diciembre cuando Wardle agregó la opción de compartir los resultados en redes sociales.
Vayan a Twitter y busquen “Wordle”, no solo su timeline se llenará de imágenes de una tabla 6x5 con cuadros de colores, también encontrarán cuentas dedicadas a crear figuras con dichos cuadros, diseñar estrategias para jugar, etc…
“Este juego no tiene segundas intenciones oscuras, ni busca tus datos”, explica Wardle en un podcast para fans de la lingüística: “Spectacular Vernacular”, del grupo Slate. Los lingüistas Ben Zimmer y Nicolle Holliday entrevistaron a Josh el 18 de enero. Dos semanas después, The New York Times anunció la compra de Wordle por “el rango bajo de los siete dígitos”. Es decir, más de un millón de dólares.
Pero Wardle, un ingeniero británico residente en Brooklyn, ha tratado por todos los medios de mantener su bajo perfil. “Tengo un trabajo tiempo completo, y todo esto ha sido abrumador”, confiesa en la entrevista.
La verdad es que Josh es un reacio millonario fundador, algo también muy apropiado con el discurso progresista de la Generación Z. Su intención era crear algo para alguien a quien ama, y no lucrar o crear un juego adictivo.
“Durante la pandemia, mi pareja y yo (Palak Shah) estábamos muy dedicados a The Crossword (juego de The New York Times). Mi novia es además gran fan de Spelling Bee (otro juego), pero es algo difícil para mí. Así que mi objetivo era crear algo que los dos disfrutáramos jugar juntos”, explica.
No es la primera vez que Wardle crea un fenómeno social. Viejo miembro de Reddit, en 2015 creó el experimento “The Button” que generó un frenesí en dicha red social. El objetivo era evitar que el reloj de cuenta regresiva llegue a cero. Nunca lo hizo, porque siempre había un usuario que aplastaba el botón para comenzar la cuenta nuevamente. En 2017, Wardle creó “The Place”, donde los usuarios podían modificar un canvas digital un píxel a la vez.
“Yo he trabajado en Silicon Valley, así que sé exactamente las estrategias que se usan en los videojuegos: tratar de capturar tu atención el mayor tiempo posible, tiempo de juego ilimitado, niveles, notificaciones a tu correo electrónico, pedir que te suscribas. Filosóficamente disfruto de hacer lo contrario. Wordle no está monetizado, no tiene anuncios. Eso hace que se sienta humano, y creo que eso tiene eco con lo que sentimos ahora en el mundo, con Covid, y ahora que estamos pensando en cómo usamos la tecnología”, agrega Wardle.
Ahora el juego le pertenece a The New York Times. En una carta a los usuarios, Wardle afirma que “mentiría si no dijera que todo esto ha sido abrumador. Soy solo una persona”.
Pronto, el juego será alojado en el sitio del diario estadounidense. Por ahora, su creador afirma que seguirá siendo gratuito. Pero hay serias dudas. Después de todo, NYT vende aparte la suscripción digital a sus juegos de palabras por un dólar por semana.